Tras un estudio basado en la técnica de muestreo del análisis de 77 causas, se pudo determinar que, del perfil de hecho punible de maltrato de niñas, niños y adolescentes bajo tutela, la mayoría de las víctimas tienen entre 1 y 11 años. Los menores de entre 12 y 17 años también son afectados por el maltrato de algún familiar cercano o responsable, a cuyo cuidado se encuentran.
Esto teniendo en cuenta que la cifra del año pasado del mencionado tipo penal cerró en 1.562 causas. De acuerdo a los datos, al presentarse la denuncia, el 67% tiene una sola víctima, mientras que el 31% de las denuncias presentan más de un menor afectado. Según el sexo de la víctima, un 53% son niñas y adolescentes y el 47% son varones.
El estudio señala que, en cuanto al parentesco de la víctima con su agresor, se encuentra la madre como la denunciada por maltrato en un 41% de los afectados, el padre 24%, padrastro 11%, madre y padre 8% y el resto se divide entre hermanos, profesores, abuelos, guardador, tío y empleada doméstica. En cuanto a los días, los casos se dan con mayor frecuencia los lunes y viernes, cuyas cifras representan un 34%, sobre todo en horas de la mañana. Los datos analizados por el Observatorio de la Fiscalía señalan, además, que las agresiones ocurren en un 89% en las viviendas.
El maltrato físico infantil o de adolescentes se produce cuando una persona, de manera deliberada daña o pone en riesgo la integridad física de un niño o adolescente. Estos maltratos también se dan como maltrato emocional o psicológico, abuso sexual o abandono. La mayoría de estas formas de maltrato suele darse por personas conocidas y de confianza, con frecuencia uno de los padres u otro familiar.
Si existe una sospecha de que un niño, niña o adolescente es víctima de maltrato, se debe denunciar ante las autoridades correspondientes, ya que las secuelas psicológicas y a veces físicas, en la mayoría de los casos, son irreparables. Las señales de alertas más frecuentes suelen ser cambios en la conducta, agresividad, depresión, ansiedad, ira, hostilidad, hiperactividad, pérdida repentina de la confianza en sí mismo, cambios en el desempeño escolar, entre otras circunstancias.