Las víctimas de hechos de violencia o de abuso no tienen un acompañamiento efectivo para superar la tragedia a la cual fueron sometidas.
Castigar a los culpables, endurecer sus penas es correcto, pero mientras tanto la persona afectada sigue inmersa en un infierno del cual muy pocas veces el ser humano se recupera.
La sociedad, las iglesias, las asociaciones civiles y el Estado deben involucrarse en este humanitario desafío de rescatar al ser humano afligido por la tragedia que muchas veces y en la mayoría de los casos surge en el propio seno familiar.
Paraguay es un país de personas valientes y solidarias que si nos proponemos podemos hacer el cambio para salvar y rescatar a esa víctima que tanto necesita de contención psicológica y acompañamiento.